Bien pues cuelgo este Fic de Cronicas de la torre.
Salamandra observaba el valle de los lobos desde las almenas en las que tantas veces Fenris había protegido la torre de la maldición, de los lobos sedientos de la sangre de los hechiceros que habían osado enfrentarse y derrotar a su maestro.
La joven fijó sus ojos oscuros en el cielo estrellado de una noche despejada. Unas lágrimas rodaron por sus mejillas, no podía seguir soportando aquello.
A pesar de que estaba intentando tener una relación sentimental con Jonás, sabía que jamás podría olvidar al elfo. Jamás.
Se sentía miserable, como si le estuviera mintiendo, en realidad no lo hacía, le quería mucho pero… ¿Lo suficiente como para compararse con su amor por Fenris?
Escondió el rostro entre las manos y su espalda se convulsionó en un sollozo. Estaba hecha un lío.
Observó la bella luna creciente que se alzaba imponente en el cielo nocturno.
-Yo le quiero.-dijo mirando suplicante al brillante astro.
De repente sintió que una mano se posaba sobre su hombro. Se dio la vuelta confusa y sus ojos marrones se encontraron con unos brillantes ojos color ámbar que desde la primera vez que los había visto se habían quedado grabados en su corazón, convirtiéndose en un recuerdo que ni siquiera el tiempo podría borrar.
-Fenris. –dijo secándose apresuradamente las lágrimas. No le gustaba que nadie la viera llorar y mucho menos si aquel, era Fenris.
-¿Qué haces aquí a estas horas, Salamandra?-dijo el elfo.
Salamandra se mordió el labio inferior con nerviosismo, cada vez que se encontraba con él tenía que reprimirse para no besarle.
-Nada, sólo tomaba el aire, no podía dormir.- dijo Salamandra sintiendo que enrojecía a cada segundo que pasaba delante del elfo.
Se miraron fijamente a los ojos durante unos segundos. Salamandra sentía que le faltaba el aire; aquellos ojos, esa forma de mirar… la dejaba sin aliento.
-Problemas con Jonás ¿verdad? – dijo Fenris levantando una ceja.
Salamandra desvió la mirada molesta. Desde que estaba con el joven aprendiz, no había dejado de pensar ni un solo momento en el fascinante elfo. Agachó la cabeza y suspiró.
Con éste gesto, Fenris dio por confirmadas sus sospechas y sonrió.
-¿Qué es lo que te hace gracia? ¿Acaso crees que la crisis que ahora sufre mi relación es objeto de risa?- dijo Salamandra dándole la espalda al elfo y dirigiendo su mirada de nuevo hacia el cielo.
La sonrisa de Fenris se esfumó y dijo muy serio:
-No, ni mucho menos. Lo cierto es que tu relación me intriga ¿Cómo es posible que 2 personas tan distintas puedan llegar a convivir como una pareja?
Salamandra se quedó sorprendida con la declaración del elfo y se planteó la pregunta. Sabía cual era la respuesta, había conseguido eludirla durante un tiempo, pero ya no podía más.
-No es posible Fenris, no lo es. –dijo Salamandra rompiendo a llorar y tirándose a los brazos del elfo.
Fenris no pareció sorprendido con esto, ni mucho menos, respondió a ese abrazo estrechándola entre sus brazos, como si hubiera estado esperando ese momento desde que habían iniciado la conversación.
-¿Corazón dividido?- susurró Fenris.
Salamandra dejó de llorar durante un momento y se apartó lentamente del elfo.
Suspiró, ya era hora de que supiera lo que sentía, sospechaba que Fenris ya lo sabía, pero prefería decírselo personalmente, en aquellos momentos su orgullo pasaba a un segundo plano.
-Fenris, yo… te quiero tanto, no puedo olvidarte, lo he intentado pero no he podido. De veras lo he intentado sin resultado, ¿por qué no puedo? ¿Por qué? Cada vez que te veo no puedo evitar pensar que lo nuestro jamás podría ser y en cambio no puedo dejar de desearte hasta el punto de no poder dormir, de pasarme noches en vela pensando en como la vida puede ser tan injusta y ¿por qué? O simplemente porque quedé prendada de tu mirada desde el momento en que me sacaste de entre las llamas. Te quiero Fenris, no sabes cuanto. -dijo mientras unas lágrimas plateadas bajo el brillo de la luna rodaban por sus mejillas.
Cuando terminó de hablar, respiró hondo y se dejó caer sobre el muro de piedra. Por una parte sentía un gran alivio y por otra vergüenza, mucha vergüenza, no acostumbraba a abrir su corazón a la gente. Para ella, aquello había supuesto un gran esfuerzo y se sentía agotada.
Hubo un molesto silencio. Salamandra levantó la mirada vacilante, no sabía lo que encontraría en el rostro del elfo. Quizás enfado, rechazo…
Cuando sus ojos se encontraron con los de Fenris, no vio en ellos nada, su semblante permanecía inexpresivo.
Salamandra respiró hondo y desvió la mirada.
-Bueno, creo que he de irme… -dijo la joven intentando escabullirse por un lado.
-No te irás. -dijo el elfo lentamente colocándose delante de Salamandra e impidiéndola marchar.
-¿Que es lo que…?- dijo sin poder terminar la frase. El elfo la había agarrado del brazo y como si la estuviera hipnotizando con sus ojos ambarinos, se quedó clavada en el suelo, incapaz de moverse. Fenris la cogió delicadamente de la barbilla y la besó.
Salamandra al principio abrió mucho los ojos sorprendida, pero después se dejó llevar y le echó los brazos al cuello disfrutando cuanto pudo de aquel beso con el que tantas veces había soñado. El elfo la agarró por la cintura y la atrajo hacia sí.
Aquel momento quedaría para siempre grabado en el corazón de la joven, la imagen de aquel beso bajo los plateados reflejos de una luna que les observaba desde el cielo nocturno, iluminado por millones de estrellas.
Al día siguiente, se levantó con los primeros rayos del sol y buscó al elfo por toda la torre.
-¿Jonás, has visto a Fenris?
El joven la miró ceñudo, pero al ver la expresión de suplica de la chica resopló y dijo:
-Hoy, no-hizo una pausa-pero ayer si. Por la noche.
Salamandra sintió que enrojecía, ¿anoche? Se temió lo peor y cuando iba a abrir la boca para hablar en su defensa Jonás añadió:
-Me dijo que se iba de la torre. Que debía irse. No dio razones.
Salamandra sintió como si la hubieran dado una bofetada.
-¿Qué? ¿Como que se ha ido? ¿Adonde? ¿Por qué?
El joven se encogió de hombros
-No dio razones- repitió
Salamandra sintió que las lágrimas empezaban a manar de sus ojos y sin decir nada subió corriendo a las almenas.
Apoyó la espalda contra la fría pared de piedra y enterró el rostro entre las manos compungida. “¿¡Como he podido ser tan estúpida?!” pensó para sí.
“No me quiere… era su forma, de despedirse…”
Entonces levantó la mirada y con actitud desafiante se levantó y miró hacia el valle, hacia el horizonte.
-Te encontraré Fenris, lo juro, por mucho que me cueste, te encontraré. – se prometió así misma, mientras el fresco viento de la mañana la revolvía el cabello, rojo como el fuego.
Espero que os guste!!
Tema: Despedida (CDLT) 
Miér Ago 27, 2008 5:04 pm
